Mis nuevas gafas

El estrenar un nuevo look, con mis nuevas gafas, debe ser una experiencia enriquecedora. Después de realizar un ajuste de la montura para que la llevemos confortablemente sujeta, comprobando que no nos moleste ni en las orejas ni en la nariz, podremos disfrutar de una visión mucho más nítida y con menor estres visual. Las instrucciones que recibamos de los técnicos en nuestra óptica, debemos de seguirlas para no comprometer nuestra adaptación a una renovada forma de ver.

Debemos prestar atención a todos los consejos en el uso de nuestras gafas, y destinarlas a las actividades visuales que nos ha propuesto nuestro optometrista.

Inicialmente podría ocurrir que tengamos cierta incomodidad visual con ligeras molestias que tienen que ir desapareciendo a medida que utilizamos nuestras gafas. Cuando las empleamos por primera vez, o cuando hay un cambio importante en la graduación de nuestros ojos, es habitual que podamos sufrir una ligera sensación de mareo en el uso inicial de nuestras lentes. También el cambio del tipo de lentes que llevemos, puede así mismo producir esas incomodidades que sin lugar a dudas se irán disipando a las pocas horas o días de utilización. Debemos ser constantes inicialmente en el uso de nuestras gafas, para la completa y rápida adaptación.

A lo sumo en 15 días debemos estar completamente adaptados a nuestras nuevas gafas si hemos seguido los consejos proporcionados por los profesionales de la visión. En caso contrario debemos consultar a nuestro óptico para valorar el motivo de esa posible inicial inadaptación.

Por otra parte es conveniente periódicamente realizar un ajuste de las gafas, sobre todo si notamos que no las llevamos cómodas, nos hemos dado un golpe con ellas puestas o se nos han caído al suelo. El ajuste de las mismas las debe de realizar un profesional, ya que un mal ajuste puede producir además de incomodidad en el porte, alteración en la percepción del espacio visual. Es importante ponernos y quitarnos las gafas con las dos manos, ya que si lo hacemos habitualmente con una mano, la montura se deformará más rápidamente. Primordial también es guardar las gafas en un estuche protector cuando no las estemos utilizando para evitar que golpes o caídas puedan producir daños tanto en la montura como en la superficie de las lentes.

El utilizar las gafas como "diadema" en la parte superior de la cabeza también las deteriora, ya que abre los talones y varillas de las mismas, desajustándolas; es mejor si no las necesitamos guardarlas en su estuche.

No debemos dejar nunca las gafas en espacios con temperaturas extremas. Por ejemplo no es conveniente guardar las gafas en la guantera del coche si lo estacionamos al sol en verano sobre todo, ya que la temperatura que se puede alcanzar en estas condiciones puede deteriorar nuestras gafas de forma irreversible.

La limpieza de las gafas es otro aspecto importante a tener muy en cuenta. La mejor forma de limpiar la montura y las lentes es mediante agua y un jabón neutro de las manos. Bajo ningún concepto se deben utilizar productos agresivos como disolventes o lavavajillas, ya que deterioran los tratamientos de las lentes ópticas y los acabados de las monturas. Tampoco podemos utilizar agua caliente ni limpiar en seco los lentes. El secado de las lentes será con la gamuza de microfibra o mediante una celulosa suave, sujetando firmemente desde al centro del puente, la montura. Son muy útiles los productos para la limpieza de los lentes ópticos que podemos encontrar en nuestros establecimientos, sobre todo si necesitamos limpiar las gafas cuando nos encontramos fuera de nuestra casa, y no disponemos de agua a nuestro alcance para realizar la limpieza de las mismas.